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Blanco, 2008 (fragmento)

Voces: Octavio Paz, Mario Gas, Lluis Homar, Paco Ibáñez

Música: Pascal Comelade

Director: Frederic Amat

Estreno: Temporada Alta 2007 – Festival de Tardor de Catalunya | Girona / Salt, Teatre Lliure

Una obra concebida como una especie de danza de signos con voces y formas visuales y sonoras que evoca dibujos tántricos y que permite múltiples lecturas.

Paz escribió Blanco, en 1966, durante su estancia en la India. Junto con otros libros como Ladera esteEl mono gramático o Vislumbres de la IndiaBlanco es testimonio de la presencia profunda de la cultura de la India en la obra del escritor mexicano. Una cita de un texto tántrico y un verso de Mallarmé abren el poema. Es interesante constatar también el impacto que el libro Silence (1961) de John Cage tuvo en Paz. De hecho Paz dedica el poema Lectura de John Cage de Ladera este (1962-1968) a su amigo compositor. Así como Cage reflexiona sobre la música y el silencio, Paz, siguiendo la senda de Mallarmé, escribe un poema sobre la palabra y el silencio, sobre la palabra y el espacio, sobre la página en blanco. En su Advertencia preliminar a Blanco, Paz afirma: “es un poema cuyo tema es el tránsito de la palabra, del silencio al silencio (de lo en blanco a lo blanco –al blanco) pasando por cuatro estados: amarillo, rojo, verde y azul.”
En su ensayo Lecturas de Octavio Paz (1980), Pere Gimferrer escribió: “Poema de amor, Blanco es a la vez poema sobre el conocimiento y sobre el lenguaje poético. La fijeza que se ha retenido –una noche en la India, ante una página en blanco, con unos pasos de mujer en el cuarto vecino– no es una meta perpetuamente huidiza, sino más bien el resorte central, el fundamento último del remolino desplegable y transitivo en que consiste el texto.”
Paz, unos años antes de morir, pasó a Amat unas indicaciones escénicas inéditas sobre Blanco, escritas en 1971. El poeta se refiere a los tres elementos que deben conjugarse en la representación de Blanco. En primer lugar, las tres voces que dicen el texto estructurado en una columna central y dos laterales, una columna a la derecha y otra a la izquierda. En segundo lugar, el espacio escénico y la iluminación, como juego de colores y danza de signos proyectados. Y en tercer lugar, la música que hace de puente y une las diferentes partes del poema.

Nada mejor que algunas de las palabras de Paz, en su Advertencia a Blanco para describir el efecto que consigue Amat en su propuesta escénica: “Este poema debería leerse como una sucesión de signos sobre una página única.” “Algo así como el viaje inmóvil al que nos invita un rollo de pintura y emblemas tántricos.” Verdadero archipiélago de signos en movimiento, las imágenes proyectadas por Amat producen un efecto hipnótico sosegado por la música sutil y extraordinaria de Comelade y las voces potentes y profundas de Homar, Ibáñez y Gas, que van desgranando el poema pautado con elocuentes silencios. “Los sentidos se abren/ en la noche magnética”, afirma Paz. Metafísico y sensual, el poema se hace cuerpo en la voz delos actores. Magmática y soberbia la lectura de Blanco de Amat renueva, con signos en rotación, el poema de Paz: “La irrealidad de lo mirado/ da realidad a la mirada”.

©Manuel Guerrero

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Escena